en las inmensos cuartos oscuros de la memoria, se van tejiendo atolodradamente mis recuerdos, algunos rasgados, a la espera de ser destapados violentamente y otros que navegan en la superficia, negándose con los labios apretados a sumergirse, siendo empujados una y otra vez por una mano amiga y una mano de Diablo que quiere configurarme de nuevo, al antojo egoísta de mi adversario que se pudre en mi destrucción crónica
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