sábado, 8 de enero de 2011

5:01 a.m.

Eran los muros oscuros, los pasillos eternos, las miradas vacías y el penetrante olor a bilis emanando de los rincones olvidados. Te estremeciste, dejaste de pensar, sudabas como un cerdo, incluso el rabillo del ojo se humedeció en el terror, la comisura del labio se irguió trémula y las manos se agitaban sin poder contenerlo a los costados.

Me hice con la idea de ayudarte ¡Juro que lo hice! peor yo también tenía mis problemas, ¿de donde venía el hedor amarillento? ¿donde crecía esta obscuridad irracional? me comía la cabeza con esas cosas triviales, aullando en la desesperación de no encontrar respuestas. Tu seguías parado ahí en tu miseria, temblando cobardemente, intentando cubrirte los oídos, agarrarte la cabeza y no haciendo más que moverte de manera torpe... dabas pena, y esa pena se mezclaba magistralmente con el asco de la situación en si

1 comentario:

Unknown dijo...

Wow que lindo n_n, te dejo mi blog para que te pases http://lifeayumihamasaki.blogspot.com/ saludos